23 de abril de 2008

¡Cumpleaño Feliz!


¡Feliz cumpleaños Jorge! Ya son 5 años, eres todo un hombrecito
Que cumplas muchos muchos más y recibas muchos regalos de tu papi y tu mami y de tus tíos y abuelitos.
Te mando un beso desde Caracas.

foto cortesía de Edelweiss confitería

¡Feliz día del libro!


Un libro es:
Un compañero, un refugio, una alfombra voladora que me lleva al país de los sueños, a la tierra de la reflexión, es sopa de letras que me hace reir y también llorar, que me inspira y me enamora, que induce el sueño o que desvela, en fin, benditas palabras convertidas en historias para darnos ese gran viaje alrededor del mundo en Primera Clase.

20 de abril de 2008

Naufragio


Al viejo marinero una poliomelitis infantil le había dejado una pierna quebrantada, pero no hasta el punto que le impidiera caminar con una cojera en cierto modo muy elegante. Estaba enrolado en una barca de pesca, que faenaba por las aguas placenteras del mediterráneo y pese a este quebranto era el marinero más apreciado por el patrón. En el bar de pescadores un día le hablé del capitán Acab. Le dije que este personaje, siendo también cojo, se enfrentó con gran coraje a una ballena asesina y se convirtió en un héroe de la literatura universal. "Yo sólo me peleo con salmonetes y a lo sumo con alguna gamba" -exclamó el viejo marinero para rebajar la conversación al nivel de la cazalla que estaba tomando. Este hombre, con los años, había terminado por incorporar la cojera a su personalidad como un signo de distinción e incluso se podía pensar que estaba orgulloso de tener una pierna más corta que otra, pero un día las cosas se le torcieron de verdad. Durante una jornada de pesca se produjo una tempestad y la barca naufragó, aunque el viejo marinero consiguió agarrarse a un madero y así se mantuvo a flote varias horas hasta que fue rescatado por un mercante de bandera alemana. A bordo le exploraron el daño que pudo haber sufrido su cuerpo. Dos alemanes comenzaron a tirar con mucha rudeza de su pierna mala tratando de igualarla inútilmente con la buena. "¡Dejadme, que yo soy así!" -gritaba el viejo marinero una y otra vez sin que los socorristas comprendieran el significado de sus alaridos. Ellos pugnaban por encajarle los huesos con un interés denodado. "¡Soy así, estoy mal hecho, dejadme!", gemía el náufrago entre blasfemias de dolor. Finalmente los alemanes consiguieron destrozarle la pierna hasta dejarla inútil por completo y desde entonces el viejo marinero ya nunca fue el mismo. Perdió la gracia personal que tenía al caminar y dada su edad avanzada creía, según me dijo, que ya no le quedaba tiempo de incorporar este nuevo quebranto a su vida hasta convertirlo en una forma de elegancia. He pensado muchas veces en este viejo marinero. Las heridas que se arrastran desde muy lejos envueltas con los años son las que nos definen siempre y al final nos permiten alcanzar la dignidad en medio del naufragio.

Por Manuel Vicent

8 de abril de 2008

La MAU y más allá de ella

por: Gregorio Montiel Cupello

Nuevamente la música venezolana actual pasa por un pico de creatividad y esplendor que se traduce en conciertos, festivales, discos, atención de los medios... Se habla de la Movida Acústica Urbana (MAU) con experiencias alrededor de lo venezolano como Prisca, C4 Trío, Kapikúa, Los Sinvergüenzas... Pero se trata de un momento de ebullición que va más allá y que abarca el jazz, el rock, el pop, la salsa, el ska, lo electrónico, lo académico y propuestas difíciles de encasillar en un concepto o estilo.

Pensemos en Alfredo Naranjo, Pablo Gil, Huáscar Barradas, el "Pollo" Brito, el trío E-ón, el Grupo Mina, Cabijazz, Mixtura, María Virginia Ramírez, Hora Cero, Maruja Muci, kRé, Eddy Marcano, Pibo Márquez, Roberto Koch, Andrés Briceño, Gaélica, el Bak Trío...

Traigamos a colación discos como "Empatía" de Gerry Weil, Nené Quintero y Pablo Gil; "Acalanto, canto y arrullo" de Taumanova Alvarez, "Otra historia" de Pomarrosa, "Canciones de Enrique Hidalgo" de María Alejandra Rodríguez, "Aldemaro Romero y su música" donde el inolvidable maestro trabajó con nombres importantes de la Venezuela musical; "Otro llano" de Vidal Colmenares, "Sueño con urubú" de Ricardo Viloria, "Sincretismo sonoro de una raza" de Taremurú o los remixes electrónicos de Simón Díaz y de Aldemaro.

Y no nos olvidemos de los venezolanos que están en el exterior cosechando triunfos como excelentes profesionales de su especialidad y/o haciendo música a partir de lo venezolano: Leo Blanco, María Fernanda Márquez, Orlando Poleo, Gerardo Rosales, Otmaro Ruiz, Aquiles Báez, The Snake Trio, Luis Perdomo, Ed Simon, Luisito Quintero, Eliana Cuevas, Bernardo Padrón, Javier Weyler o Héctor Castillo, que constituyen otro perfil indesligable y complementario a lo que está sucediendo en casa.

También están los novedosos y atractivos diseños gráficos de los discos que están saliendo en medio de todo ésto, muchos de ellos con el gran mérito de ser producciones independientes, o con el apoyo de valientes sellos pequeños como el de Obeso/ Pacaníns, Fundación Bigott, Fundación Nuevas Bandas o de nuevas discográficas como Cacao Música.

Es un momento único el que estamos viviendo, que ojalá trascienda lo que tiene actualmente de boom para convertirse en un auténtico movimiento que se extienda a los años por venir, y que genere lo que va a ser la música venezolana del siglo XXI.

Amén.

7 de abril de 2008

Facebook

Los gringos son muy criticados y envidiados, pero lo cierto es que tienen cada cosa inigualable.
Este par de idiotas nos dicen con su canción lo idiota que somos, al igual que ellos, enganchados a facebook, pero como siempre digo, el mejor remedio es reirse de uno mismo.

5 de abril de 2008

Otro comentario sobre las Arepas


Casi todos los viajeros extranjeros que vinieron a Venezuela durante el siglo XIX son unánimes en señalar los escasos atractivos de la arepa, demasiado insípida para su gusto, pero ninguno ha sido tan lapidario en sus juicios como Pablo Morillo el jefe realista que llegó a Venezuela a combatir por la causa española cuando la independencia estaba casi decidida. Morillo confesó, según Churrión, a sus dos amigos José Domingo, el Duarte y el Díaz, al regresar a Caracas tras su campaña a los llanos, que: “Todo lo puedo pasar en esta tierra, menos esas perrísimas tortas de maíz que llaman arepas, que sólo se han hecho para estómagos de negros y de avestruces”. En eso, y en la guerra, le ganaba Bolívar, que amaba las arepas.
Appun, otro viajero, decía, hacia 1850, que los venezolanos criollos, e incluso hasta los más ricos, comían de ese pan por “patriotismo”. Al parecer, los venezolanos somos desde hace mucho tiempo unos insignes “comedores de arepas”, como nos llamara el Tirano Aguirre, y lo recordara Uslar Pietri en su Camino del Dorado. Y es que esa “criatura fea” que viene a ser la arepa, tiene, según Ramón David León, “un alma generosa y un corazón lleno de bondad útil”: insípida pero democrática, “rural en cuerpo y alma” y ahora civilizada por las bondades de la harina precocida, que nos la pone a nuestra disposición en un abrir y cerrar de ojos.

Lo que los extranjeros ignoraban y aún ignoran, es que esa insipidez que ante sus ojos es defecto, es precisamente la gran virtud de la arepa, y la que le confiere la categoría universal de pan de una pueblo. La arepa, y el cazabe, y por extensión la tortilla latinoamericana, por ser tan anónima en sabor puede acompañar a cualquier alimento sin perturbarlo, y más bien facilitando su ingestión, y hasta realzándolo. Así, la arepa se ajusta a las comidas como simple acompañante o como receptáculo, continente, vehículo del sabor, admitiendo un “pasajero” como llaman al relleno los andinos, y que puede ser desde un trozo de queso amarillo o blanco, hasta una porción de jugoso perico o de carne guisada.

Comentario por: Norberto E. Petryk,
Chef, escritor e investigador.
Tomado de: Cocina Venezolana.