Cuando alumbraba la cuarta luna de mayo y la vio por primera vez,
Aldebarán supo que era una estrella del cielo andaluz que venía a
Iluminar las noches de Marruecos.
Las dunas atraparon sus huellas y su sombra se movió difusa,
Temblando, sobre los granos de la arena que el viento arrastraba
Hacia rumbos ignotos.
Una noche de mil años antes, Abderramán III, el califa más rico
De la España mora, lloró en los jardines de Medina Azahra.
Lloraba el califa enamorado la pérdida de su estrella cordobesa,
que también bajo la luna llena se fue a encender el cielo de Marruecos,
prendada de un corazón beduino.
Angel Rivero
Caracas, junio de 1991
31 de agosto de 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario