Terremotos y volcanes ¡fin de mundo!

¡Qué culillo! Todos los días nos enteramos de un nuevo terremoto en cualquier lugar del mundo, el 2010 comenzó movido con el desastre de Haiti, siguió con Chile, antes de ayer el Tibet, y así, seguimos registrando diariamente movimientos sísmicos en todas las latitudes del globo, por último, el volcán que hizo erupción hace un par de días en Islandia que ha despedido una enorme nube de ceniza paralizando los espacios aéreos del viejo continente.

Parece que el planeta estuviera entrando en una "era" de acomodo, con tal que no vaya a ser como la "era del hielo" u otras "eras" en que la vida humana y animal se redujo al mínimo. ¡Ay qué vulnerables somos! Estamos a merced de la naturaleza (y de ciertos hegemones de medio pelo), siempre lo digo, que el meteorito gigante que vaya a caer sobre la tierra aterrice sobre mi cabeza para salir de eso rapidito.

No me quiero imaginar qué pasaría en este país, si para completar el rosario de calamidades que nos aquejan, llegara a temblar en serio, si con sólo dos días de lluvias fuertes en la capital el caos ha sido monumental.

Si me preguntaran en este momento de mi vida (que ya soy una adulto contemporáneo) si quisiera traer hijos al mundo, creo que me lo pensaría con mucha calma, aún sabiendo hoy, que son el mejor motivo, la mayor felicidad, que han sido fuente de satisfacción inagotable, esas imágenes de películas apocalípticas hollywoodienses cada día me parecen más reales y no ceso de preguntarme con mucha angustia, qué les deparará el futuro en un planeta tan comprometido.