12 de marzo de 2007


Un alma tocada por la partida de un ser querido debe parecerse mucho al vidrio roto de la imagen. Imagino que dependiendo de quién y en qué circunstancias haya partido nuestro afecto, el vidrio puede llegar a quedar en un estado irrecuperable, vuelto añicos.
Supongo que mi alma debe verse así en estas últimas semanas.
La muerte me enseñó sus dientes por primera vez en la vida.

Parece mentira, pero los primeros días, es tanto lo que hay que hacer, arreglar, enderezar, que uno no tiene el tiempo de caer en cuenta de que un rayo te ha partido la vida. Es después, cuando las aguas vuelven a su cauce, que se comienza a sentir un profundo dolor que no desaparece a ninguna hora del día, que está presente como una llaga en la boca, esas que arden y molestan y que no hay remedio que las cure, solo el tiempo.

Mi padre se fué como quisiera irme yo, como los dioses, que no se enferman. Me queda el consuelo que vivió una larga y plena vida, que le dí y recibí de él, el más grande amor. Qué más puedo pedir?

Mis condolencias y mi reconocimiento a todos aquellos que han perdido un ser querido.

4 comentarios:

pati dijo...

Qué pena, Maruja. Lamento mucho su partida, tu tristeza y la de tu gente. Yo perdí a mi padre tan pequeña que no entendía que se había ido, y aunque no recuerdo si se me hizo fácil o no, sí sé que haberlo perdido de adulta habría sido infinitamente más duro.

Me reconforta saber que -como dices- se ha ido en paz. Desde acá te dejo un beso y un fuerte abrazo para ti y los tuyos.

Ricardo dijo...

mis condolencias... descubrí tu blog hace días, pero bueno, fuerza y entereza.

Nacarid dijo...

Hola Maruja, veo que has regresado había visitado tu blog con frecuencia ya que no quería ser imprudente al estarte escribiendo a tu correo, sé en lo que andabas, pero no habías actualizado. Lamento mucho lo que pasó y espero tu alma pueda reconfortarse y no quedarse para siempre como ese vidrio roto.

Un abrazo y sabes que por acá estoy a la orden cuando quieras hablar de lo que sea por skype.

Petrusco dijo...

Te envío mis condolencias también y lamento tu pérdida.

Queda un hueco, así como en el vidrio, en el alma tocada por la ida de otra alma.

Y así el llanto y el dolor forman parte indivisible de nuestro paso demasiado corto por esta vida

Un abrazo