
Fué un momento de perfecta comunión con la naturaleza, una de esas pocas ocasiones que nos detenemos y reconocemos la maravilla de la creación.
Fué un instante sobrecogedor, de profunda humildad, de liberación... mi espíritu expuesto y en reverencia.
El sol terminaba de ponerse a mi espalda, el cielo todavía era una paleta de diferentes tonalidades de azul. Frente a mi, la luna serena y redonda brillaba como otro sol. A mi derecha, el mar abierto reventaba contra los arrecifes, a mi izquierda, las aguas rosadas e impasibles de las salinas, el aire limpio y salado.
Me arrodillé en la vereda soltaria, sentí la brisa en mi cara y dejé que las lágrimas corrieran...
1 comentario:
Muy poético !!!
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