15 de abril de 2010

¿Miedo?


Frustración. Creo que es la palabra que mejor define lo que siento cuando leo las declaraciones de reconocidos politólogos y opinadores de oficio.

Una y otra vez dicen que Chávez tiene miedo, que de cara a las elecciones de X fecha (se aplica a cualquiera de las muchísimas que se han realizado en estos 11 años) ha decidido radicalizarse porque tiene miedo, porque se siente perdido, porque las encuestas se están volviendo en su contra, y así una retahíla de argumentaciones con las que, francamente, no puedo estar de acuerdo.

Durante once largos años he visto como éste hombre ha ido cumpliendo los objetivos que se propuso, aclarando sus ideas en el camino, perfeccionando sus métodos, capitalizando metidas de pata con habilidad pasmosa. Chávez está gozando como niñito comiendo helado porque está haciendo realidad su sueño de juventud.

El espectáculo del 13 de abril fue una calamidad. Ver a esos niños vestidos de guerrilleros con fusiles al hombro fue espeluznante, criminal, retando y humillando al país democrático al extremo. Y todavía oigo “es que tiene miedo”.

¿Quién tiene miedo?

Este personaje disfruta retando a todos, es su naturaleza, basta ver en sus ojos el ímpetu desbocado para darnos cuenta que el conflicto le da vida, le inyecta energía, él goza, ¡se llena de gozo! cuando reta a los colombianos, a los americanos, al “imperio”, a todo el que se interponga en su camino.

Yo definiría a Chávez como un político de destrucción, él es de los que sirve para ser opositor, no para gobernante, él es de aquellos reclamadores de oficio que, llegada la hora, son incapaces de gobernar, de construir nada, de levantar nada, por eso, la demagogia es su medio ideal y, como pez, nada ágilmente en esas aguas.

Muchos casos se han visto en la historia política del mundo, luchadores por la causa social en la oposición que, llegados al poder, en lugar de gobernar y buscar el consenso se quedan pegados en la crítica y la bulla, incapaces de construir nada, acabando en una frustración más para el pueblo que los eligió poniendo sus esperanzas en ellos.

Chávez no tiene miedo, quiere meter miedo, que es diferente. Él no responde a ninguna lógica más allá que la de destruir, arrasar, dividir para quedarse eternamente en el poder. Esa mecánica es la que lo motiva como ser humano y como gobernante.

Y si, después de tantos años ya, los profesionales y estudiosos del fenómenos político no terminan de entender eso, les recomiendo unos cursitos de psicología por fascículos.

A las pruebas me remito: once largos y ardientes veranos, un país arrasado y el control absoluto del poder.

¿Quién tiene miedo?

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