29 de octubre de 2008

Fuga


El regreso de Óscar Lizcano a la vida, pone de presente, una vez más, lo que significa la guerrilla de las FARC. El ex congresista fue sometido durante ocho años a la humillación del cautiverio, negándosele, en ese tiempo, el reconocimiento a los elementales derechos y sometiendo a su familia a la incertidumbre de saberlo con la muerte suspendida sobre su cabeza.

Nada, absolutamente nada, ni ideología, ni religión, valen la vida de un ser.

Ni hombres ni dioses pueden abonar sus raíces y elevaciones con la sangre de nadie.
Sólo los enceguecidos por el fanatismo, los que se dejan ganar por las promesas de paraísos y nirvanas, de repúblicas perfectas, pueden cometer el acto humano --no es animal-- de levantar el cuchillo del odio y cercenar lo más precioso: la vida.

Por eso cuando en Venezuela se ladra: patria, socialismo o muerte, se está en presencia de los más brutos de corazón que quieren imponerse a costa de lo más sagrado: el respeto al prójimo que no es otra cosa que el respeto a la vida.

Antonio Ruiz Sánchez
aaruizsanchez@gmail.com
http://diariodelosandes.com/content/view/58317/105693/

1 comentario:

Anónimo dijo...

El escritor de esta columna, periodista tachirense, murio (por problemas de salud)hace unos pocos meses, pero es bueno que se mantengan en el aire sus letras.