22 de marzo de 2010

Repostería para bodas o humor un poquito negro



Con más frecuencia en los últimos tiempos, me da cierta piquiña cuando me llega una tarjeta de invitación para una boda, sobre todo si es de esas rimbombantes de ahora, temáticas y con cotillón.

Los matrimonios duran cada vez menos y los regalos son cada vez más costosos, los trapos y los tacones son agotadores, las horas de peluquería son un suicidio, en fin.
Habría que replantearse la sacrosanta institución que fue creada para la organización de la familia en sociedad, ¿o fue al revés la cosa?, porque por el camino que vamos, veremos cada vez con más frecuencia formatos familiares estrafalarios (por lo novedosos) que definitivamente como que no caben en lo tradicional.

Siendo la vida tan compleja y el matrimonio, sin duda, un empleo (al que hay que echarle un cerro) de 24 horas, 7 días a la semana, los 365 días del año, (algo que pocos parecen entender) habría que tomarse la cosa con filosofía.

Yo recomiendo a aquellos, que en el fondo de su alma, no están muy claros del paso que van a dar, (¿y quién lo esta?) que al menos lo den con humor, si bien un poco negro, pero humor al fin.

Para la torta matrimonial, digo, para el postre, recomiendo estas ternuras dulces.

JAJAJAJA!! ¿Se imaginan? ¿Qué diría la tía Trinita si le pusieran esta torta en el matrimonio de la sobrina preferida? ¡Fin de mundo!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una amiga sugirió una vez que mejor era marcar los regalos cuando estuvieran recién casaditos y amándose porque luego se darían de coñazos por los peroles.
Llegando de la luna de miel: a esta bandeja le ponemos la etiqueta por debajo con tu nombre y a esta, la etiqueta con el mío, verdad mi amor? y este sofá es mío y esta mesa es tuya.